Como
inmersa en el interior de un sueño idílico del que no se quiere
despertar me pregunto si ciertos momentos tan perfectos son reales. Cómo
he llegado a ellos sin apenas darme cuenta, cómo me atrapan y mecen mis
inquietudes, mis desesperanzas, conviertiéndolas en una sensación de
calma y plenitud dificil de valorar. Y es entonces cuando me doy cuenta
de que mi vida es mía y de todas las sorpresas que quedan por llegar. Es
entonces cuando me doy cuenta de que necesito bien poco para ser
plenamente feliz, tan sólo alguien con quien contar, unas pocas manos
que nunca me fallarán y que me acompañan incluso en mis momentos de
retraimiento, esas ocasiones en que dejo de estar con todos los demás y
me abstraigo para ver desde fuera ese instante. Observar desde lo alto
ese soplo tan perfecto, sabiendo que al despertar verás cómo unos ojos
te miran con el futuro en las pupilas es el sueño real que vivo y que
venero cada segundo.
A tí, por ser esos ojos, y esas manos, y ese todo.
A tí, por ser esos ojos, y esas manos, y ese todo.
(Fotografía: Jaime García Rivero. Texto:María Arias Quesada).